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Coincidencias


       A veces, más bien muy a menudo, me ocurre que aprendo, descubro o rememoro un término, una idea o un personaje, y este aparece en mi vida varias veces a raíz de esto. 
    No sé bien cuándo empezó, creo que desde pequeño, pero recuerdo ser niño y quedar muy impresionado por haber aprendido en el colegio el funcionamiento de la circulación sanguínea (siempre he sido muy aprensivo). Llegué después de esta clase a casa de mis abuelos y allí, comiendo el la mesa de granito de su cocina, un anuncio saltó precisamente sobre el colesterol, sobre lo dañino que era para el corazón y la circulación y sobre lo bueno que era para combatirlo el Danacol. Mi abuelo, al que siempre le ha gustado mucho la palabra “organismo”, dijo que hay que tener cuidado con la comida y el colesterol porque podía impedir que circulara bien la sangre por el organismo y entonces te podía dar un ictus y morirte o quedarte vegetal. Yo, que a mi corta edad no tenía mucha idea de lo que era quedar vegetal (pero no podía ser nada bueno porque odiaba las verduras) pero que sí tenía una idea vaga de lo que era la muerte, le dije que, entonces, no iba a comerme el plato de carne porque tenía mucha grasa.


    Seguramente he vivido miles de estas simpáticas coincidencias, pero mi memoria ha dejado a mi alcance unas pocas de ellas. Las suficientes para concluir que ha sido algo recurrente en mi vida. Se podría decir que, a lo mejor, estos conceptos estaban pululando a mi alrededor, dando vueltas por mis canales de percepción pero que, al no conocer el concepto, simplemente no había prestado atención.
    Sin embargo, lo que antes observaba y me hacía gracia o fantaseaba con la explicación que acabo de dar, a partir de mis 14 o 15 años lo recibo con terror. En estos años vi, entre muchas otras, dos películas: Matrix y El Show de Truman. En la primera, dentro del mundo ficticio y digital en el que los humanos están atrapados, cada dejà vú significa que algo ha cambiado en la Matrix y esto es la expresión de esa modificación. En la segunda película, el protagonista está atrapado desde su nacimiento, sin saberlo, en un programa de televisión el cual versa sobre su vida y del que él es el protagonista. Todos sus amigos y conocidos son actores y su mundo un set de rodaje. Cuando empieza a sospechar de su condición, comienza a observar su entorno y, en una graciosa escena, se da cuenta de que las personas que actúan como extras a su alrededor siguen un patrón, el cual él descubre. 
    Estas películas en mi mente adolescente despertaron la sospecha. ¿Por qué tantas recurrencias? Debía de ser grande el interés de los que mandan en que de pequeño tomara conciencia de los peligros del colesterol como para introducírmelo en la escuela, después en la tele y después controlar la mente de mi abuelo para que él me prevenga de esto ¿Y qué pasa con Marlene Dietrich, con la ciudad de Burdeos o el Pisco Sour? ¿Son estas algunas de las claves del nuevo orden mundial que queréis instaurar? ¿O son meros fallos en la realidad virtual en la que estoy atrapado? ¿O es vuestra estrategia educativa para hacerme retener conceptos? Si se trata de esto último, tengo que deciros que es efectivo pero que se os ve el plumero.


    Ahora mismo, en este mismo instante en que me hallo, me acabo de dar cuenta de algo que me provoca aún más terror: si mis sospechas son ciertas, escribiendo esto estoy perdido, pues estoy delatándome. Había resistido a su control y ahora he echado a perder el factor sorpresa. Ellos, que me observan, no pueden pasar por alto este escrito. Ya es demasiado tarde.
    Por otro lado, si nada me ocurre, respiraría tranquilo (y un poco decepcionado), porque mi conspiración no tiene sentido y no hay nadie que juega con mi cabeza. Aunque tampoco hay que pasar por alto que, si no me apresan, esto me haría descartar la hipótesis de que existe un orden superior que me controla y, por tanto, ellos estarían más en la sombra que nunca. Opto entonces por seguir desconfiando, por seguir conspirando en mi habitación. 


    Para acabar, un mensaje a los de arriba: si estáis leyendo esto, que sepáis que no me vais a doblegar, sé lo que estáis haciendo. ¡Venid a por mí si queréis acallar mi grito de protesta! ¡Venid, que aquí os espero!

Pedro
Ramírez
Pe.

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