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Gafas de Bucear



    Es obvio que los seres humanos no podemos ver con claridad cuando el agua, ya sea de mar, de río, de piscina o de… Vale, vamos a ver Pedro, céntrate, cualquier tipo de agua. Pues bien, si esta entra en contacto con la superficie de nuestros ojos no vemos con claridad. Esta sería la hipótesis, la comprobación la puede hacer usted mismo: baje a la piscina, a la playa, al río... (no vamos a caer en la misma lista interminable de lugares donde puede haber agua). Llénese usted la bañera de su casa, meta la cabeza en ella y abra los ojos, si consigue leer con claridad la etiqueta del champú le felicito, si no lo logra me está usted dando la razón.

    Vale, hemos demostrado a trompicones un problema que manifiesta nuestro débil cuerpo humano. La solución que hemos encontrado es aprisionar una burbuja de aire dentro de una caja hermética, sellada por todos lados con la excepción de uno, por el cual un sujeto puede pegar su cabeza y sumergirla por completo en un lugar con agua de manera que la burbuja de aire no se escape y, por consiguiente, el agua no penetre en el interior de la caja. Así, este molesto líquido (molesto para los fines que nos proponemos) no entraría en contacto con la superficie de nuestros ojos. Esta caja debe ser, en algún punto, transparente, pues si no no solucionaría, por motivos obvios, el problema inicial: no poder ver debajo del agua. Si cumple todos estos requisitos, voilá, está usted ante unas gafas de bucear.

    No hay que olvidar que todo esto es en realidad un gran chiste, pues no deja de ser un ser humano, conformado por la naturaleza para dar uso de sus ojos en el aire, que introduce un poco de ese medio que le permite utilizar ese sentido tan preciado en otro medio (el acuático). Y hay que tener en consideración también sus motivos: por pura y absoluta cabezonería. Es una expresión hiperbólica de la ya de por sí desmesurada curiosidad humana. Pero oye ¿a que son bonitos los pececitos?

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